Es una época triste para ser negacionista del Holocausto. Hace poco falleció Robert Faurisson, una de las caras más visibles de ese movimiento que niega la Shoá (1) . Pertenecía al selecto grupo de personas que defienden cosas como que tampoco murió tanta gente en el Holocausto, que Hitler no tenía ni idea de la solución final o directamente que era todo mentira y los aliados montaron un plató para que Spielberg tuviera algo que estrenar en 1993.
Antes de seguir quiero dejar un punto claro: este señor no era historiador, era profesor de literatura. Por lo tanto, darle credibilidad a sus tesis independientemente de que sean acertadas o no (que ni se acercan) ya me escama bastante la verdad. Pero bueno, ahora que ha doblado la servilleta es un buen momento para ver un poco quién era Robert Faurisson y qué decía.
Profesor de Literatura en la Universidad de Lyon desde 1973 un día decidió pasarse a la historia y empezó por el tema estrella: el Holocausto. Escribió varias cartas al diario Le Monde donde básicamente negaba el exterminio de judíos, las cámaras de gas y aseguraba que el diario de Ana Frank era falso. Tanto talento no pasó desapercibido y en los 70 empezó a colaborar con el IHR (Institute for Historical Review), una asociación creada por un miembro de la extrema derecha estadounidense para darle una pátina de veracidad a todo este rollo de “pues el holocausto no fue para tanto”. Como último dato biográfico, a este señor le midieron el lomo en 1989 tres hombres que se autodenominaron como “Los hijos de la memoria de los judíos”.

Pero vamos a lo serio: como Faurisson defendía estas cosas y con qué pruebas. La frase clave para definir los argumentos de este señor es la siguiente:
“Las cámaras de gas no existen porque no pueden existir, no pueden existir porque no deben existir o, incluso: no existen porque no existen” (2).
Así lo definía Pierre Vidal-Naquet, historiador francés que en Los asesinos de la memoria habla de toda esta caterva de pseudohistoriadores y sus “argumentos”. Pero vayamos a un ejemplo más concreto de cómo se defiende toda esta movida.
Faurisson escribió un libro en 1980 titulado Mémoire en défense contre creux qui m’acusent de falsifier l’histoire, La question des chambres à gaz, donde según él demostraba que las cámaras de gas eran falsas. Para decir esto se basó en el diario de un médico de las SS destinado en Auschwitz llamado J. P. Kremer. Cuando en ese diario se mencionan “acciones especiales” este médico hacía referencia a la lucha contra el tifus y no a gasear gente.
Pero entonces llegan los historiadores de verdad y analizan la fuente. Vidal-Naquet habla de ella en su libro y asegura que en ningún momento este médico de las SS da a entender que esas acciones especiales tengan que ver con el tifus. Y así es como trabajaba Faurisson, si este miembro de las SS no anotaba algo como “Querido diario, hoy he usado las cámaras de gas para matar judíos” según él, no existen pruebas concluyentes.
Y no solo Faurisson trabajaba así, la mayoría de negacionistas usan la misma técnica en algún momento: entienden una omisión de información como ellos quieren y en eso sustentan toda su teoría. Que a lo mejor existan cientos de pruebas por ahí de lo contrario les da bastante igual. En caso de que alguien les muestre alguna prueba siempre son manipulaciones creadas por una conspiración sionista de la que solo ellos se han dado cuenta.
Su otra obra «destacada» es Las victorias del revisionismo (que hay que tenerlos cuadrados para publicar algo con ese título), que reúne la documentación que empleó Faurisson en una conferencia sobre el Holocausto en Teherán en 2006. No voy a entrar a analizar el libro porque básicamente es una sacada de chorra de este señor hacia la comunidad histórica. Pero por nombrar aparecen «victorias» tales como que hay multitud de documentos sobre el III Reich menos de la solución final (Porque La conferencia de Wansee ya tal). Es justamente lo mencionado más arriba, no hay documentos pues no existe y a otra cosa.
Y solo queda decir que después de una vida plena como defensor de que el Holocausto no existió, Robert Faurisson moría a los 89 años el pasado 21 de octubre. Abandona la tierra uno de los negacionistas más citados (seguramente junto a David Irving) a la hora de defender las teorías «revisionistas» y uno de los autores que más las han desarrollado. Lastima que su metodología sea una mierda y que se haya pasado una vida entera intentando defender chorradas.
NOTAS
- Es el termino hebreo para referirse al Holocausto.
- Los asesinos de la memoria, página 92.
BIBLIOGRAFÍA
VIDAL-NAQUET, P., 1994, Los asesinos de la memoria, Siglo XXI editores, Mexico.
FAURISSON, R., 1980, Mémoire en défense contre creux qui m’acusent de falsifier l’histoire, La question des chambres à gaz, La Vieille taupe, Francia.
FAURISSON, R., 2008, Las victorias del revisionismo. El «holocausto» de los holocaustos no fue un holocausto, Ojeda, España.
Me encanta la frase final, resume perfectamente el resto del artículo xD
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